Cuaderno de la Fundación Sexpol: Charlas Transcritas

Charlas Transcritas



Esther Benegas Maestro

Trabajadora Social y Especialista
en Terapia Sexual y de Pareja


¿POR QUÉ LAS MUJERES QUE SUFREN VIOLENCIA DE GÉNERO NO ABANDONAN A SUS PAREJAS?


Pero, ¿es que ellas no ven el peligro?, ¿son bobas? ¿les va la marcha?, preguntas de este tipo flotan en el ambiente de una sociedad que desgraciadamente parece acostumbrarse a las terroríficas cifras de los casos de mujeres asesinadas por sus parejas.

Sin embargo, todavía hoy, lo único que le llega a la población es el número de víctimas, y la existencia de una ley, que sorprendentemente se ha visto obligada a bandearse entre una controversia malintencionada.


Hablar de violencia de género, es referirse a aquel tipo de violencia específica contra las mujeres, utilizada como instrumento para mantener la discriminación y desigualdad, que comprende la violencia física, sexual y psicológica, incluidas las amenazas, la coacción o la privación arbitraria de libertad, que ocurre en la vida pública o privada y cuyo factor de riesgo lo constituye el hecho de ser mujer.

Dentro de este gran bloque podemos referirnos a la discriminación laboral, acoso sexual, explotación sexual, publicidad sexista y violencia de género en la pareja, siendo ésta última a la que se referirá este artículo.


¿En qué casos podemos hablar de violencia de género en la pareja? Pues bien, sólo en aquellos en los que exista ó haya existido una relación sentimental o análoga entre una mujer y un hombre, y éste último emplee una estrategia de dominio sobre la mujer, a través de agresiones físicas, sexuales ó psicológicas, con el fin último de ejercer una relación de control y poder.


¿Pero qué tipo de mujer se mete en una relación así y permite que la maltraten? En principio ninguna, el comienzo tiene más que ver con el “amor”.

Culturalmente a las mujeres nos han enseñado que el amor todo lo puede, que si existe amor lo demás no importa, que debemos entregarnos por amor, que el amor al prójimo está por encima del amor a nosotras mismas, y que debemos esperar a ese hombre que nos quiera y nos haga sentir completas. Entonces aparece “él” y te dice que como te quiere tanto, no puede pasar ni un segundo sin ti, que como te quiere tanto no quiere que estés con tus amigas sino con él, que desea ir a buscarte a cada una de tus actividades, que como te quiere tanto prefiere que ese escote o modelito lo reserves sólo para él, que se pone celoso porque te quiere, que como te quiere tanto….

Y así entre tanto “amor” inicias una relación que en principio, socialmente…es positiva y deseable ¿no?





Y tú que eres una persona alegre, espontánea, y te consideras extrovertida, sales con él y con amigos y amigas. Y te lo pasas estupendamente, participando en todas las conversaciones, riéndote, haciendo bromas…, y cuando regresas a casa con él, critica tu forma de actuar “has hecho el ridículo, has tonteado con los chicos, me has excluido,…”; esto se repite en multitud de situaciones diferentes. Y poco a poco tú, por evitar enfados, y porque llegas a pensar que puede tener razón, es decir, si le crees cuando te dice que eres guapísima y que te quiere, cómo no creerle cuando te hace una crítica. Poco a poco vas participando menos en las conversaciones, no quieres meter la pata, quedas menos con la gente porque prefiere que estéis solos…, y al cabo del tiempo si te preguntan cómo eres, respondes: tímida.

Todavía no eres consciente de ello, pero estás perdiendo tú identidad.


Lo quieres a él más de lo que te quieres a ti misma (“lo quiero más que a mi vida” esta es una frase aceptada socialmente), te has ido apartando de tus amigas, tus aficiones, incluso de tu familia…porque él te quiere sólo para él.

Y llegado a este punto estás confundida, te has convertido en una persona insegura, cuando alguien te pregunta que quieres hacer ó que te apetece, no piensas en 1ª persona, sino en la respuesta que él espera, tu autoestima depende de su estado de ánimo.




Se van sucediendo etapas, entrando en lo que se denomina Ciclo de la Violencia, que consiste en un círculo vicioso compuesto por tres fases:

Fase de Tensión: El ambiente está crispado, hay señales de alerta que te indican que está enfadado. Tratas de controlarlo, (no haré preguntas con las que se pueda alterar, los niños pronto a la cama, evito las cosas que pienso que le pueden desagradar…), pero no hay control posible, finalmente explosiona. Esta etapa se caracteriza por la “indefensión aprendida” no hay nada que puedas hacer para controlar la situación, para cambiar esta dinámica.

Fase de Explosión: Esto pueden ser insultos, amenazas, agresiones físicas, agresiones sexuales. No lo soportas, quieres irte, te vas de su vida…pero entonces comienza la siguiente fase.

Fase de Luna de Miel: el agresor se disculpa, prometiendo que no va a volver a suceder, que te quiere, que dónde vas a ir sin él (provoca inseguridad en tus posibilidades), que nadie te querrá como él (frase culturalmente positiva, pero invito a su análisis) que no le hagas esto a vuestros hijos, con lo que hemos luchado por estar juntos…depositas entonces, en esta etapa, tus esperanzas de cambio, sus mensajes han tenido efecto y te sientes insegura, y lo quieres, y piensas por tanto que ésta sí es la última vez.

En algunos casos, el agresor no se disculpa, sino que se posiciona como ofendido, te convence de que tu actitud es la que le hace ponerse nervioso, te hace responsable de lo ocurrido y por lo tanto culpable. Y entonces, te perdona.

El Ciclo, vuelve a repetirse, cada vez los espacios de luna de miel más breves, y la mujer se siente progresivamente más desprotegida.

La violencia ejerce sobre la mujer efectos visibles en los diferentes ámbitos de su vida. (efectos psicológicos, físicos, sociales, laborales, económicos..)., todos ellos interrelacionados entre sí.

La relación de violencia, que se ejerce desde el principio aunque de forma sutil, tiene como objetivo último la dominación de la mujer. Cuando el tiempo va pasando, y las conductas violentas, generalmente psicológicas, se hacen evidentes, la mujer entra en un periodo de desorientación. Cuando la violencia se exterioriza brutalmente por medio de cualquier tipo de maltrato (psicológico, físico, sexual…), la mujer es completamente vulnerable, porque dicha violencia procede de la persona a la que has abierto tu alma, es como una violencia que viene de dentro, que procede precisamente del espacio donde deberías sentirte más segura.




La mujer que toma la decisión de exteriorizar su situación a su familia, amigos, trabajo y/o recursos especializados, acude con todo lo citado en una pesada mochila, el hecho de dar ese paso, supone un gran esfuerzo.

Todas y todos podemos influir positivamente, en que la primera toma de contacto, independientemente del recurso o espacio social, sea de acogida, de comprensión y de apoyo. Esta actitud puede significar un punto de referencia para la mujer, una ventana abierta, y un paso importante en la lucha contra la Violencia de Género.



MANTENEDORES DE LA RELACIÓN DE VIOLENCIA DE GÉNERO


Creencia de que ella desde el amor puede modificar el comportamiento de su pareja.

Creencia de que su pareja cambiará.

Dudas acerca de cómo puede arreglárselas sin su pareja.

Creencias culturales/religiosas sobre que el divorcio está mal.

Pensar que lo mejor para sus hijos es no iniciar una separación.

Falta de apoyo por parte de la familia.

Amenazas por parte de su pareja de perder a sus hijos.

Amenazas de de violencia o muerte hacia ella, sus hijos, familiares o mascotas.

Lealtad hacia su pareja, a la que consideran enferma y digna de cuidados (papel cultural de la mujer como cuidadora).

Negación

Amor.

Culpa, cree que todo lo malo que ocurre es por su culpa.

Vergüenza y humillación (no quiero que se entere nadie).

Identidad (las mujeres han sido educadas en la creencia de que no pueden “ser”, sin una pareja que las complete).

Internalización de lo que la pareja les repite (frases como no vales nada, quien te va a querer).

Indefensión aprendida

Normalización








POEMA

Se escondía en su silencio

con el rostro de quienes se han vencido,

se lloraba en cada gota,

se moría en las palabras.




Arañaba la esperanza

de lograr el beso roto,

de dormirse en la caricia,

sin sentirla una cuchilla.




Y miraba por encima de los ojos,

y gritaba por dentro de la garganta,

y nacía en sus entrañas, cada día una derrota;

y apretaba contra el pecho,

y se ahogaba a cada instante.




Paseaba por el jardín

de las culpas y disculpas,

y escondía la mirada

de todos los que la miran,

en el alma fracturada…







…Pero por más que quiera esconderse de mis ojos,

seguiré mirándola,

por más que su reloj marque otros tiempos,

seguiré mirándola,

por más que me duela pensar, que podría ser yo,

seguiré mirándola,

por más que el viento golpee en contra,

seguiré mirándola…




Porque con miradas

se construyen las conciencias,

con conciencias los caminos,

y en los caminos se clavan los pasos,

y en los pasos se consolidan los caminos.

…Y mirando…y construyendo…y caminando…

sólo así…se aunarán los gritos…

no quedara voz dormida…

…no quedará mujer rota.

(Esther Benegas Maestro 25-11-2006)



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